LAVANDA
La lavanda está compuesta por esencias: linalol, gerianol, pineno, cineol, borneol, y por taninos: éter valeriánico y saponinas. Por ello, tiene múltiples propiedades: es antiséptico, diurético, antiespasmódico, digestivo, sudorífico, vermífugo, analgésico y sedante.
Debido a sus propiedades sedantes, resulta útil en casos de dolores de cabeza, calambres estomacales y síntomas de origen nervioso como estrés e insomnio.
La lavanda, también, tiene propiedades que calman los nervios del corazón y, por ello, está indicada para las taquicardias e hipertensión.
Resulta una gran aliada del sistema digestivo, ya que, mediante infusiones, alivia los casos de digestiones pesadas, gases, náuseas, cólicos intestinales e inapetencia.
En cuanto a su uso externo, la lavanda se considera un cicatrizante, bacteriostático, insecticida y antivenenoso.
Se puede aplicar una compresa de lavanda sobre el hígado con lo cual se logra activar el cumplimiento de sus funciones, mientras que las gárgaras de la infusión de lavanda curan las pequeñas lesiones bucales.
Resulta muy útil para la piel si se toma en infusión, especialmente en el caso de tener cutis graso, acné, forúnculos, eccemas, y otros.
Esta planta también ayuda al sistema genital femenino, ya que alivia infecciones vaginales. Para ello, se debe efectuar lavados.
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